La
ruta del cambio y la esperanza
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
En esta hora menguada del
país, la incertidumbre, la desesperanza y la angustia son compañeras inseparables de la cotidianidad de los
venezolanos; mientras tanto, el régimen tiene como única prioridad mantenerse
en el poder a costa de lo que sea, sin importarle la destrucción de la nación y
la ruina de sus habitantes. No quiere darse cuenta que su tiempo pasó y por el
bien del país, es saludable ponerse a un lado y dejar que otros con mayor
capacidad y honestidad gobiernen a Venezuela.
Ese pueblo manso, al que le
cantó Ali Primera, despertó y está a punto de estallar. Estamos sentados sobre
un barril de pólvora que sólo espera por aquellos que, al borde de la locura
generada por esta pavorosa situación, enciendan el fosforo. Las calles llenas
de personas que deambulan de un lado a otro buscando infructuosamente alimentos
y medicinas, son el mejor testigo de la indignidad e impotencia que siente la
inmensa mayoría de los venezolanos, cuyos bolsillos están rotos porque no hay
salario que resista esta mega inflación, pero al régimen pareciera no
importarle lo que está ocurriendo y se resiste abrir las válvulas que permitan
drenar el descontento social y permitir un cambio de timón que ayude resolver
progresivamente la debacle nacional que heredamos de esta revolución.
El régimen pretende reeditar
la estrategia de la confrontación que tan buenos resultados le dio en vida de
Chávez, pero hoy las condiciones del país son otras y el oficialismo está en
minusvalía a pesar de su permanencia en el poder. Esa mala conseja proviene del
ala de los radicales, que tienen mucho que perder cuando ya la revolución sólo
sea un mal recuerdo. Son ellos los que están jugando a la desestabilización y al
golpismo porque creen que por esa vía van alargar la agonía de un fin que ya
está cerca. Si el país está atravesando su peor pesadilla, el régimen tampoco
está en su mejor momento; siguen haciendo uso abusivo del poder para evitar lo
inevitable, porque ya este pueblo decidió dar todos los pasos que hagan falta
para tener un nuevo gobierno.
Por eso, la oposición
democrática definió la ruta del cambio, basada en las alternativas que nos ofrece
la Constitución, porque debemos apostar por la salida del régimen de Maduro de
manera pacífica, democrática y constitucional. Esa es la mejor opción, no
podemos coquetear con los atajos, ni mucho menos seleccionar una vía rápida
pero tan trágica y dolorosa como esta revolución que por espacio de 17 años
destruyó lo mejor del alma de nuestra nación. Nos merecemos un cambio con
madurez institucional, sustentado en un liderazgo responsable y con visión de estadista,
y la organización y participación de ciudadanos activos e inteligentes para
elegir buenos gobiernos.
Sin duda, la Unidad
Democrática demostró su vocación pedagógica e inició el periplo que nos llevará
a mejor puerto. Pero aun esos esfuerzos son insuficientes, hacen faltas muchas
más iniciativas. La MUD le habló al país, ahora falta que todo la dirigencia
democrática se desplace por la geografía nacional llevando el mensaje de cambio
y esperanza; y, al propio tiempo, lograr la conexión definitiva con la sociedad
a fin que seamos protagonistas de primera línea en el nuevo parto de Venezuela.
Es fundamental hacer valer
nuestros derechos, luchar por aquello que nos merecemos y organizarnos para
alcanzar el sueño que anhelamos. La protesta popular y pacifica es un mecanismo
poderosísimo, porque cuando una sociedad se une para luchar por el cambio nadie
la detiene. Esos millones de venezolanos que clamamos por un cambio en
libertad, debemos sentir el acompañamiento de los dirigentes democráticos. Son
ellos los que deben ir a las comunidades para motivarnos e inspirarnos en la
grandeza que tanta falta nos hace.
Ciertamente, las luchas
populares sólo son exitosas cuando se tienen claras las estrategias y se actúa con la perseverancia que nos llena de fuerza
para combatir el desánimo, pero también es vital la organización de la gente.
Sin fuerza popular es poco lo que pueda hacerse. La tarea no es fácil, pero si
nos unimos como uno solo, no tengo dudas que más temprano que tarde saldremos
de esta guarida de forajidos que desangraron la nación y todavía les queda
voluntad para burlarse de los venezolanos. Inteligencia, perseverancia,
conexión con la gente, unidad y organización popular son las claves para
alcanzar el cambio que está a punto de hacerse realidad, todo depende de lo que
realmente queramos los venezolanos.
Profesor Titular de LUZ
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