Puro circo, pan no hay
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
La tentación populista ha penetrado históricamente a la
política latinoamericana; los populistas de izquierda y de derecha han hecho del
“pan y circo para el pueblo” un mecanismo relativamente exitoso para manipular
a los estratos más vulnerables de la sociedad haciéndoles creer, por un lado,
que el gobierno es el único que puede proveerles lo necesario para vivir con
dignidad y, por otro lado, esconder su incapacidad para resolver los graves
problemas que agobian a los ciudadanos, manteniéndolos en una situación de
minusvalía y dependencia crónica frente al poder del Estado.
En tiempos de revolución, Venezuela ha sido víctima de
la política del “pan y circo” hábilmente implementada por Hugo Chávez, quien
manejó con absoluta irresponsabilidad la mayor riqueza petrolera jamás vista en
nuestro país. Esa coyuntura le permitió proyectarse como el único proveedor de
los venezolanos, el salvador que vino a redimir a los pobres execrados por
todos los gobiernos anteriores. ¡Cuanta
falsedad, cuanto engaño! Sin duda, el chavismo es la peor estafa que hemos
sufrido los venezolanos a lo largo de nuestra historia.
En tiempos más recientes, aún en revolución para
desgracia nuestra, el grotesco e inmoral saqueo del país por parte del régimen,
acabó con el pan para hacer de su política un permanente circo, protagonizada
por la burda teatralidad de actores que nos llenan de vergüenza y de la más
espantosa miseria. Esa manera de hacer política la practican todos los niveles
del régimen, desde el nacional hasta la más pequeña alcaldía de la República.
En el caso concreto del Zulia, el circo después de
unos meses de silencio afloró con motivo de la feria de La Chinita, a pesar de
las desgracias que martirizan a nuestro estado y, principalmente, a la ciudad
de Maracaibo. En el Zulia, no sólo no hay pan, aquí la vorágine revolucionaria
acabó con todo, pero los ineptos que nos gobiernan quieren tapar su estruendoso
fracaso con parrandas y shows televisivos para abultar los bolsillos de unos pocos
enchufados, sin importarles que al otro día la resaca de la pobreza será peor
que durante los días que dure el circo.
Ciertamente en momentos de tanta crispación, la gente
necesita recrearse para continuar el duro tránsito por un camino lleno de
obstáculos, pero lo que resulta inaceptable y hasta inmoral es que los
gobernantes gasten una fortuna en jolgorios de cara a tantas necesidades,
cuando el Zulia y su capital se caen literalmente a pedazos. Esa no es la
manera para contribuir con la tranquilidad de los ciudadanos, tan necesaria en
circunstancias cuando apenas sobrevivimos para no dejarnos morir.
Se gastan millones en circo y en la llamada “fiesta de
la luz”, cuando los zulianos debemos soportar estoicamente los frecuentes
cortes del servicio eléctrico, aún cuando el gobernador anunció con bombas y
platillos la restitución completa de ese servicio; no hay agua potable y la que
llega es de muy dudosa calidad; la basura y las moscas pululan a lo largo y
ancho de la ciudad, produciendo enfermedades cuando enfermarse está prohibido
en este país; la vialidad es un completo desastre, cráteres lunares en casi
todas las vías; no hay semáforos, generando anarquía en nuestras calles y
avenidas. El hampa ha resurgido con fuerza y no existe un organismo de
seguridad que le pongan freno a semejante flagelo. Maracaibo es el reflejo del
más grande fracaso de la revolución en la era madurista. Nunca antes habíamos
sufrido tanta desolación y abandono. Con qué desfachatez quieren hacernos creer
que aquí no pasa nada, porque la revolución como un solo gobierno nos trae la paz,
el bienestar y el progreso que sólo existe en la mentalidad de sus
incompetentes gobernantes.
En esta miseria y caos generalizado, los gobernantes
revolucionarios deben entender que el circo ya no les da beneficios políticos,
porque la inmensa mayoría de los zulianos y, particularmente, los maracaiberos estamos
reclamando gobiernos eficientes, probos y valientes para enfrentar al
centralismo que se ha empecinado en destruir al Zulia. Los zulianos cómplices
nos han hecho igual o peor daño que los revolucionarios centralistas. Ya basta
de un circo bufón que aumenta las desgracias del pueblo zuliano.
Es momento de pensar en grande a la ciudad y dejar a
un lado la prédica del “pan y el circo”. Necesitamos una ciudad limpia,
iluminada, ordenada, con calles pavimentadas y semáforos funcionando, parques
seguros y bonitos donde podemos asistir con familias y amigos para el sano
disfrute y esparcimiento. Una ciudad con seguridad día y noche; con un
transporte público moderno y humano; una ciudad con una economía vigorosa y
proveedora de empleos productivos y de calidad; una ciudad donde sus ciudadanos
se sientan orgullosos de vivir en Maracaibo, que sean respetados y se les motive
a cumplir con sus obligaciones con la municipalidad. Si los gobiernos no
trabajan en búsqueda del bienestar colectivo, resulta cuesta arriba obligar a
sus habitantes a que paguen impuestos y servicios que no funcionan. Esa es la
otra realidad que debemos cambiar; mayor involucramiento en los asuntos
públicos para vencer la anomia y el conformismo de la gente que termina
aplaudiendo a la cultura cirquera en desmedro de los propios ciudadanos.
Apenas faltan once años para celebrar los cinco siglos
de la fundación de Maracaibo (2029); el tiempo apremia y demanda de sus
gobernantes y ciudadanos iniciativas, proyectos y la voluntad férrea de hacer
de nuestra capital la joya del Caribe. Si desde una vez empezamos a soñar con
esa realidad, lograremos alcanzar los objetivos. Frente al pan y circo
practicado por los gobernantes revolucionarios, antepongamos un espíritu de
grandeza, compromiso y de verdadero amor por una ciudad que siempre estuvo en
un sitial preferente de la vida nacional. Con seguridad ese sería el mejor
homenaje para ofrendar a nuestra Chinita que nos colma con sus bendiciones.
Profesor Titular Eméritus de LUZ
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