El sacudón: otra mentira más
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
En la cadena nacional del pasado martes 2 de
septiembre, Nicolás Maduro manifestó, con gesto de preocupante duda, que la
oposición ganaba encuestas pero el oficialismo ganaba elecciones y las batallas
en las que le ha tocado luchar. Lo de la duda es un hecho notorio, debido a la
pesada carga que descansa en los hombros de Maduro y de los más notables
líderes de la revolución. Todo parece indicar que cada día resulta más difícil
para el oficialismo ganar batallas; las cosas empiezan a cambiar en contra de
un régimen que se creía invencible.
El miedo que por mucho tiempo acompañó a millones de
venezolanos, debido al incremento de la criminalidad, el deterioro de la
calidad de vida y la drástica pérdida de oportunidades para progresar, se está
devolviendo al campo del gobierno; le tienen miedo al pueblo que ya olvidó la
lealtad al proceso por los maltratos injustamente recibidos por el régimen. Esa
revolución que se jactó del poder liberador que le transfirió al pueblo, hoy le
tiene terror porque no está dispuesto a seguir soportando tanta ineficiencia
por culpa de un modelo fracasado que promueve una escandalosa corrupción cuyas
riquezas se las reparte una minoría a costa del hambre del pueblo.
La encuesta realizada por Consultores 21, al finalizar
el segundo semestre del año, plantea que el 62.7% responsabiliza directamente a
Nicolás Maduro de los graves problemas del país; el 63.5% lo culpa directamente
del problema de la escasez; un 69.2% considera que la crisis que dio origen a
las protestas del pasado mes de febrero, continúa con tendencia a agravarse; el
56.5% pensaba en aquel momento que las medidas económicas del gobierno –todavía
no terminan de anunciar el sacudón económico- empeoraría la crisis del país; y,
otro dato escalofriante para el régimen, apenas el 39.7% cree que Maduro
normalmente dice la verdad, el resto cree que la mentira es su comportamiento
cotidiano. El gobierno también hace sus encuestas y sabe, mejor que nadie, que
está en caída libre acompañado de un abrumador rechazo popular, por eso el
miedo de anunciar el verdadero sacudón de la economía. Como lo han hecho a lo
largo de estos 15 años, prefieren conservar las cuotas de poder de una
camarilla corrupta, tratando de aguantar lo más que puedan, aunque ello
signifique la destrucción de la nación. Jamás les ha importado esta patria a
pesar de los cánticos con la que pretenden ensalzarla.
Frente a tan desolador escenario, el sacudón ha
quedado, por ahora, como un mero formalismo del relanzamiento de un gobierno
cansado, incapaz y atrapado en un modelo ideológico fracasado que se ha
convertido en su peor enemigo. El sacudón anunciado el martes pasado es más de
lo mismo, un burocratismo incapaz de cumplir con las demandas que está
exigiendo la nación. Mientras observamos la destrucción del país, ellos se
contentan en “creer” que aquí todo está normal y una vez más aniquilarán a la
guerra económica. Al mirar el rostro presidencial y de sus acompañantes, salta
a la vista que ni ellos se creen lo que dicen, que todo está perdido y que bajo
ese liderazgo la revolución está llegando a su final, dejando como legado un
país destruido, dividido y con serios síntomas de una locura colectiva.
Estimados lectores, imagínense por un momento las
consecuencias nefastas que generará el verdadero sacudón económico que requiere
Venezuela y su impacto en el malogrado apoyo popular al régimen. Por eso
impiden hablar del aumento de la gasolina, de la devaluación que está en
puertas, entre otras medidas; pretenden engañarnos al hablar de eliminación del
subsidio o del ajuste cambiario. Puras pamplinas; la verdad es que están como
palito de gallinero; le tiemblan a un pueblo al que ellos supuestamente
liberaron de las garras del capitalismo. Ese mismo pueblo que les firmó muchas chequeras
en blanco, es el mismo que los castigará por su incapacidad, indolencia y
traición a los supremos intereses de nuestra amada Venezuela.
Profesor Titular de LUZ
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