miércoles, 1 de julio de 2015


Inteligencia y sentido común

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

Pareciera un disco rayado el tema de la abstención de algunos opositores venezolanos, pero es necesario abordarlo con la mayor responsabilidad, sobre todo en estos tiempos de dificultades, incertidumbre y una mayoritaria demanda de cambio. Los demócratas auténticos debemos comportarnos como tales en cualquier circunstancia de la vida, incluyendo el campo político. Como demócratas debemos hacer uso de los recursos que nos ofrece la democracia y la Constitución, tanto para resolver conflictos como para lograr el cambio de rumbo de nuestra maltratada Venezuela. Y una de las armas más poderosas es el voto popular, acompañado de la inteligencia y el sentido común para amalgamar la nación alrededor de un supremo propósito: construir un mejor país para todos, sin las exclusiones y discriminaciones que ha practicado este régimen a lo largo de dieciséis años consecutivos.
 
La inmensa mayoría de los venezolanos que nos oponemos a este modelo político que  destruye al país, no poseemos ni las armas, ni los tanques y aviones de guerra, ni las bombas lacrimógenas, ni los recursos que el régimen usa con cínico ventajismo y violando las leyes y la Constitución; sólo contamos con la férrea voluntad de lucha, el compromiso con la grandeza de Venezuela y el voto consciente que se opone a tanta ignominia revolucionaria. Esa es nuestra fuerza y debemos hacerla valer frente a un régimen forajido, abusador y autoritario que desde hace tiempo perdió el barniz democrático del que se ufana. Desde todo punto de vista, la lucha que hoy libramos los demócratas venezolanos es absolutamente desigual e injusta; todos los poderes del Estado actúan bajo las órdenes de la dupla (Maduro-Cabello) que gobierna al país, y sus decisiones están hechas a imagen y semejanza de las pretensiones del régimen, a fin de garantizar que se eternicen en el poder.

La lucha no ha sido ni será fácil contra un régimen capaz de hacer cualquier cosa para no abandonar el poder que les ha provisto de fortunas inimaginables; frente a esto, ¿nos quedamos de brazos cruzados esperando la destrucción total del país, mientras algunos hacen llamados a la abstención con la absurda frase de “salva tu voto”? Esta sería la posición más cómoda, menos arriesgada, la más colaboracionista con el régimen; un error garrafal que echaría por la borda la oportunidad de oro de materializar el cambio que estamos esperando desde hace mucho tiempo.

A las personas que apuestan por la abstención, que afortunadamente son pocas, les pregunto, ¿si no votamos, qué hacemos?, ¿salimos a la calle sin control y desorganizadamente esperando que el régimen nos masacren?, ¿propiciamos un golpe de estado para que otros gorilas “verdes” tomen el poder y hagan exactamente lo que no queremos que hagan?, ¿con cuántos tanques, metralletas, aviones, etc., disponen para enfrentarnos a un régimen que se jacta en decir que la revolución es pacífica pero está armada? Por favor, plantéenos una alternativa diferente al poder del voto que hoy defendemos millones de venezolanos que estamos convencidos que sí se puede.

Definitivamente, el voto es nuestra única salida, no tenemos otra opción. Desde luego, si nos sentamos a esperar el 6-D para ir a depositar el voto y no hacemos el trabajo previo a las elecciones, entonces, el ventajismo y los recursos del régimen nos arroparán y perderemos de nuevo la oportunidad de una victoria contundente de la Venezuela democrática y libre en contra de una minoría incapaz, fraudulenta y corrupta.

Es necesario activarnos con las tres “m”: motivarnos, convencidos que el triunfo es posible cuando un pueblo toma la firme decisión de unirse como uno solo, para luchar por sus derechos y por un futuro promisorio; movilizarnos con protestas contundentes que desenmascaren las mentiras del gobierno y nos permita ir en búsqueda de aquellos compatriotas desanimados y defraudados, pero ansiosos por un cambio para que voten el 6-D; o por aquellos venezolanos estafados por una revolución de pacotilla que los empobrece cada día, y están esperando una propuesta atractiva y convincente por la que puedan votar y que les devuelva la esperanza y la fe perdidas; y, por último, moralizarnos para combatir el miedo, el amedrentamiento y la pasividad con la que nos amenaza un régimen que se dice poderoso pero en verdad está agotado, fracasado y sin apoyo popular, que responde como fiera herida frente a la inevitable pérdida del poder y de su influencia política.

Nunca antes como ahora, la unidad democrática estuvo a las puertas de una extraordinaria victoria popular; si las cosas se hacen bien, eliminando cualquier tentación personalista y grupal, si se promueve la unidad perfecta, si se articula una estrategia política incluyente y vinculante con la solución de la crisis actual y se exigen las condiciones mínimas propias de una contienda electoral, no habrá nada ni nadie que detenga a un pueblo que se cansó de esta pesadilla y está dispuesto  defender la victoria y el cambio que tanto sufrimiento nos ha costado. La inteligencia y el sentido común nos aconsejan que votemos por el bien de Venezuela y el de todos los venezolanos de buena voluntad.

Profesor Titular de LUZ

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