Escasez de inteligencia
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Son días muy difíciles los que estamos viviendo los
venezolanos. Tiempos donde el diálogo, la racionalidad y el entendimiento deberían
ser el camino para resolver los graves problemas que nos afligen. Un gobierno responsable
y con visión de estadista, privilegiaría esta opción y se esforzaría por defender
los intereses del país, antes que los de un grupo o una parcialidad política.
Pero lamentablemente, en Venezuela no sólo escasean los alimentos, las
medicinas, la seguridad, los servicios públicos de calidad sino que, lo que es
peor, el gobierno de Nicolás Maduro sufre de una terrible escasez de
inteligencia.
Un gobierno insensato y aferrado a un modelo
ideológico comprobadamente fracasado, es incapaz de asumir sus propias
responsabilidades y ver con claridad las verdaderas causas de la crisis. Se
empeña obstinadamente en buscar enemigos que sólo existen en su retorcida
imaginación para tratar de justificar su mediocridad e incapacidad para
gobernar la nación.
La última decisión del régimen fue la declaración del
Estado de Excepción en varios municipios fronterizos del estado Táchira
–probablemente se implante también en el Zulia-, con el pretexto de “poner
orden” en la frontera colombo-venezolana y acabar con el contrabando y el
paramilitarismo. El cierre de la frontera no resuelve el problema, porque una
vez más el régimen se equivocó en el diagnóstico de la situación. La escasez y
la inseguridad seguirán incrementándose, porque las verdaderas causas del
problema no son asumidas ni reconocidas por el régimen. No tienen interés en
rectificar y corregir los errores que estamos pagando con sangre, sudor y
lágrimas.
En vez de ejecutar una política de Estado para
resguardar las fronteras del país, acompañada de militares probos con autoridad
legal y moral para impedir el contrabando, el régimen es complaciente y
cómplice de esas mafias que desangran el país. En vez de apoyar y asistir a los
nacionales que residen en las comunidades fronterizas, se les somete al más
cruento olvido facilitando acciones delictivas o tentaciones por la riqueza
fácil y sucia, proveniente del contrabando y el narcotráfico. En vez de haber ejecutado
una diplomacia efectiva y responsable con Colombia, basada en el respeto y la
cooperación mutua, con absoluta transparencia en el manejo de los asuntos que
le atañen a ambas naciones, el régimen ha basado su política exterior en la
promoción de su ideología, y no en la defensa de los intereses nacionales,
incurriendo en una interminable lista de errores en las que la diplomacia del
micrófono, las relaciones de odio-amor, los mejores nuevos amigos, el fantasma
de Uribe, etc., son los que han orientado el desempeño internacional del
régimen hacia Colombia.
Al no tener responsabilidad, transparencia y compromiso
con el país, se habla y se culpa al paramilitarismo de la inseguridad en
Venezuela, pero se le da beligerancia a la guerrilla de las FARC, convertidas
en mafias que asesinan, secuestran, cobran vacunas y se lucran con el
narcotráfico, cada vez con mayor presencia e influencia en el territorio
nacional. Así, la visión del problema es incompleta e interesada porque se defiende
a unos y se culpa a otros, cuando ambos grupos son peligrosos delincuentes y
forajidos a los que tanto Colombia como Venezuela deben combatir sin que les
tiemble el pulso.
El otro asunto del problema es la economía venezolana.
El régimen destruyó la producción nacional, empoderando una política de
expropiaciones, intervenciones y criminalización de la empresa privada, a costa
de importaciones a granel que enriquecieron a productores y empresarios
extranjeros, aunado a una economía artificial, basada en controles y regulaciones
que impiden el normal crecimiento y la
salud de nuestra economía. Tales causas desataron la inflación más alta del
planeta –tres dígitos-; una escasez calculada en más del 70%; un endeudamiento
abismal en momentos en que el país obtuvo los mayores ingresos petroleros; la
devaluación del bolívar que propicia un intercambio comercial favorable a Colombia,
con el agravante que gran parte del intercambio se produce a través de
mecanismos ilegales como el contrabando o el bachaqueo.
No podemos dejar de mencionar lo referente a las
deportaciones de hermanos colombianos. Han pagado justo por pecadores, porque
los verdaderos culpables siguen haciendo sus tropelías en la frontera sin que nadie
los detenga. Las deportaciones han traído consigo violaciones a los derechos humanos,
corroborando la imagen nefasta que el régimen se ha ganado ante los ojos del
mundo. Nicolás Maduro ha dicho que “Colombia se ha convertido en un país exportador
de pobres”, a los que la magnanimidad revolucionaria les ha tendido la mano.
Hipócritas!!! Este régimen jamás ha practicado la caridad, desde una perspectiva
cristiana, porque su interés particular es más importante que la solidaridad.
Le tendieron la mano a cambio del apoyo al proceso traducido en votos. Fueron
complacientes y solidarios con los colombianos porque sus votos eran muy
importantes para mantener la revolución. Resultaba más fácil que un colombiano
tuviese cédula venezolana que pelar una mandarina. Engrosaron las listas de
beneficiarios de todas las misiones, incluyendo miles de viviendas de la Gran
Misión Vivienda Venezuela, haciendo realidad el adagio de “claridad de la calle
y oscuridad de la casa”. Pero ahora resulta que, en opinión del sucesor, la
revolución ha impedido una crisis humanitaria en Colombia. Cinismo puro!
Este régimen no da puntada sin dedal. Su
irresponsabilidad y ceguera ideológica nos están llevando a límites
inimaginables. Lanzan trapos rojos, acusaciones e insultos con el propósito de
esconder lo que es del conocimiento público, la popularidad del sucesor y la
valoración de su gestión van palo abajo. Cada día son más los venezolanos que
responsabilizamos directamente a Maduro y a su equipo del desmadre que vivimos;
la guerra económica, el paramilitarismo, la ultraderecha, el imperio, Uribe y
otras tantas sandeces forman parte de un guión decadente y aburrido que ya
nadie cree. Por eso, la falta de inteligencia de este régimen se combate con el
cambio que empezaremos a construir a partir del 6 de diciembre. Es hora que le
retiremos el apoyo y la confianza a quienes destruyeron nuestro presente y
futuro. Yo estoy seguro que sí se puede. Vamos a vencerlos con inteligencia,
esperanza, fortaleza, unidad y amor por Venezuela.
Profesor Titular de LUZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario