¡No es la frontera, es la
revolución!
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Si los esfuerzos, recursos y tiempo que el régimen
utiliza en fabricar trapos rojos, los utilizará para resolver los problemas de
los venezolanos, otro gallo cantaría. No tienen tregua en su pretensión de
esconder la gravedad de la crisis que vivimos, gracias a la incapacidad y
corrupción de un modelo político agotado y fracasado.
El régimen como buen discípulo de los estrategas
cubanos, hace esfuerzos para meternos dentro de su agenda y ponernos hablar de
los temas de su interés, pero con la profundización de la crisis les resulta
muy difícil escapar del juicio popular, porque sabemos exactamente quiénes son
los verdaderos culpables de este caos descomunal.
Desde que inició el 2015, Nicolás Maduro emulando a su
difunto mentor y atrapado en una crisis incapaz de resolver, inició una escalada de
eventos y acusaciones con el propósito de esconder sus errores y culpar a otros
de los desmanes de una revolución que, como dijo el presidente Santos, se está
autodestruyendo. Recordemos que, en opinión del régimen, uno de los culpables
de los infortunios del país era el primer ministro español, Mariano Rajoy,
quien en alianza con las fuerzas más recalcitrantes de la derecha internacional
conspiraba contra la patria. Pero como Rajoy está muy lejos y resulta
desconocido para la mayoría de los venezolanos, era necesario fabricar otro
trapo rojo más creíble y más cercano. Entonces, apareció Barak Obama, a
propósito del decreto ejecutivo en el que se sancionaba a altos funcionarios
del régimen venezolano. Epítetos como conspirador, intervencionista, fascista,
etc., fueron endilgados al presidente norteamericano. El régimen hizo uso de
los recursos de la nación para recabar firmas en todo el país solicitando la
derogación del decreto de Obama, acompañado de marchas y de cuanto evento fuera
necesario para protestar semejante agravio contra la patria de Bolívar. Al
final, Obama no derogó el decreto y mantuvo firme su posición contra los
funcionarios corruptos del régimen. Como los venezolanos no creímos que Obama sea
el responsable de nuestra mala suerte, entonces, se inventó un nuevo trapo
rojo, mucho más cerca del país.
Ahora, le tocaba el turno a una Guyana aliada con los
intereses del capitalismo internacional –Mobil Company- para violar la
soberanía nacional al pretender arrebatarle a Venezuela un territorio en
reclamación. Quién puede dudar de las legítimas aspiraciones de Venezuela sobre
el Esequibo, a pesar de 16 años de silencio y complicidad del régimen sobre un
problema crucial que debimos resolver desde hace mucho tiempo atrás, pero era
más importante el apoyo del Caricom al proceso revolucionario que la defensa de
los intereses nacionales. Conclusión: Guyana está proyectando ahora la imagen
de víctima de un gobierno prepotente, con el apoyo de más de 90 países de la
ONU. Y los venezolanos seguimos con las colas, la escasez, la inflación, la
inseguridad y otras tantas plagas que diezman nuestra existencia.
Al comprobar semejante “metida de pata” internacional,
el régimen se vio en la necesidad de inventarse otra jugada, una mucho más cercana
pero también más peligrosa, como es el Estado de Excepción en municipios del
Táchira y del Zulia fronterizos con Colombia. Ahora, el culpable de la crisis venezolana
es el contrabando, el bachaqueo y el paramilitarismo. Ciertamente, estos son
problemas que han afectado el normal desarrollo de la frontera, pero de allí a
hacernos creer que son los responsables de una crisis que tiene nombre y
apellido -Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y la revolución
bolivariana-, resulta un cuento burdo difícil de creer. Pregunto, ¿qué ha hecho
el régimen en estos 16 años para combatir esos males endémicos de nuestras
fronteras? Absolutamente nada. Han sido cómplices y aliados de las mafias que
hacen vida allí, como es el caso de las FARC; han propiciado el contrabando
gracias a las torpes políticas económicas y de seguridad que convierten
nuestras fronteras en tierra de nadie. Han obrado con completa impunidad frente
a los abusos y negocios que realizan los protegidos del régimen. Con el Estado
de Excepción los que pagan, como siempre, son los más vulnerables, los que no
gozan de la protección de la revolución, a los que ahora no les valen sus
votos, porque los enchufados continúan con la danza de sus negocios en las
fronteras.
¿Cuál es el verdadero propósito del régimen con esta
andanada de trapos rojos? A simple vista es una política que pretende distraer
la atención sobre los graves problemas del país, intentado endosarle a otros su
inocultable culpa; pero hay más, el régimen quiere generar conflictos que profundicen
la inestabilidad del país, generando un estado de conmoción nacional que sirva
de pretexto para suspender las elecciones del 6 de diciembre.
Creo que el problema de la frontera es un tema
delicado que merece nuestra atención y análisis, pero jamás debemos separarlo de
los graves problemas del país, éste es una consecuencia de las malas políticas
del régimen. La crisis que vive el país es muy profunda y tiende a agravarse; el
responsable directo es este modelo político, cuya principal virtud ha sido la
destrucción del país con las mejores perspectivas de progreso de Latinoamérica.
Los verdaderos problemas de los venezolanos son la escasez de alimentos,
medicinas, insumos, repuestos; una inflación incontrolada que nos hace cada día
más pobres y miserables; una delincuencia desatada con más armas, capacidad y
logística que los cuerpos de seguridad del Estado; servicios públicos
colapsados; empleos mal pagados que no impactan la productividad del país; la
pérdida de la institucionalidad democrática y la violación reiterada de los
derechos humanos fundamentales; en otras palabras, nuestra crisis se deriva de
una revolución fracasada e indolente que perdió la brújula del país e hipotecó
nuestro presente y porvenir.
No cambiemos el rumbo, ni dejemos que el régimen
quiera imponernos su agenda particular. Esta revolución es la única culpable de
nuestras desgracias y eso podemos resolver si entendemos que con esta gente no
hay salida, porque no tienen nada que ofrecernos. La solución de nuestros
problemas se inicia el 6-D, cuando elijamos una nueva Asamblea Nacional con
mayoría para empezar a enderezar tantos entuertos revolucionarios. Estemos
vigilantes y exijamos el derecho de votar el 6-D; no le prestemos más atención
a los trapos rojos del régimen, porque el culpable de la crisis de Venezuela no
es la frontera, es esta revolución incapaz, corrupta y mentirosa.
Profesor Titular de LUZ
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