jueves, 10 de septiembre de 2015


¡No es la frontera, es la revolución!

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

Si los esfuerzos, recursos y tiempo que el régimen utiliza en fabricar trapos rojos, los utilizará para resolver los problemas de los venezolanos, otro gallo cantaría. No tienen tregua en su pretensión de esconder la gravedad de la crisis que vivimos, gracias a la incapacidad y corrupción de un modelo político agotado y fracasado.

El régimen como buen discípulo de los estrategas cubanos, hace esfuerzos para meternos dentro de su agenda y ponernos hablar de los temas de su interés, pero con la profundización de la crisis les resulta muy difícil escapar del juicio popular, porque sabemos exactamente quiénes son los verdaderos culpables de este caos descomunal.

Desde que inició el 2015, Nicolás Maduro emulando a su difunto mentor y atrapado en una crisis  incapaz de resolver, inició una escalada de eventos y acusaciones con el propósito de esconder sus errores y culpar a otros de los desmanes de una revolución que, como dijo el presidente Santos, se está autodestruyendo. Recordemos que, en opinión del régimen, uno de los culpables de los infortunios del país era el primer ministro español, Mariano Rajoy, quien en alianza con las fuerzas más recalcitrantes de la derecha internacional conspiraba contra la patria. Pero como Rajoy está muy lejos y resulta desconocido para la mayoría de los venezolanos, era necesario fabricar otro trapo rojo más creíble y más cercano. Entonces, apareció Barak Obama, a propósito del decreto ejecutivo en el que se sancionaba a altos funcionarios del régimen venezolano. Epítetos como conspirador, intervencionista, fascista, etc., fueron endilgados al presidente norteamericano. El régimen hizo uso de los recursos de la nación para recabar firmas en todo el país solicitando la derogación del decreto de Obama, acompañado de marchas y de cuanto evento fuera necesario para protestar semejante agravio contra la patria de Bolívar. Al final, Obama no derogó el decreto y mantuvo firme su posición contra los funcionarios corruptos del régimen. Como los venezolanos no creímos que Obama sea el responsable de nuestra mala suerte, entonces, se inventó un nuevo trapo rojo, mucho más cerca del país.

Ahora, le tocaba el turno a una Guyana aliada con los intereses del capitalismo internacional –Mobil Company- para violar la soberanía nacional al pretender arrebatarle a Venezuela un territorio en reclamación. Quién puede dudar de las legítimas aspiraciones de Venezuela sobre el Esequibo, a pesar de 16 años de silencio y complicidad del régimen sobre un problema crucial que debimos resolver desde hace mucho tiempo atrás, pero era más importante el apoyo del Caricom al proceso revolucionario que la defensa de los intereses nacionales. Conclusión: Guyana está proyectando ahora la imagen de víctima de un gobierno prepotente, con el apoyo de más de 90 países de la ONU. Y los venezolanos seguimos con las colas, la escasez, la inflación, la inseguridad y otras tantas plagas que diezman nuestra existencia.

Al comprobar semejante “metida de pata” internacional, el régimen se vio en la necesidad de inventarse otra jugada, una mucho más cercana pero también más peligrosa, como es el Estado de Excepción en municipios del Táchira y del Zulia fronterizos con Colombia. Ahora, el culpable de la crisis venezolana es el contrabando, el bachaqueo y el paramilitarismo. Ciertamente, estos son problemas que han afectado el normal desarrollo de la frontera, pero de allí a hacernos creer que son los responsables de una crisis que tiene nombre y apellido -Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y la revolución bolivariana-, resulta un cuento burdo difícil de creer. Pregunto, ¿qué ha hecho el régimen en estos 16 años para combatir esos males endémicos de nuestras fronteras? Absolutamente nada. Han sido cómplices y aliados de las mafias que hacen vida allí, como es el caso de las FARC; han propiciado el contrabando gracias a las torpes políticas económicas y de seguridad que convierten nuestras fronteras en tierra de nadie. Han obrado con completa impunidad frente a los abusos y negocios que realizan los protegidos del régimen. Con el Estado de Excepción los que pagan, como siempre, son los más vulnerables, los que no gozan de la protección de la revolución, a los que ahora no les valen sus votos, porque los enchufados continúan con la danza de sus negocios en las fronteras.

¿Cuál es el verdadero propósito del régimen con esta andanada de trapos rojos? A simple vista es una política que pretende distraer la atención sobre los graves problemas del país, intentado endosarle a otros su inocultable culpa; pero hay más, el régimen quiere generar conflictos que profundicen la inestabilidad del país, generando un estado de conmoción nacional que sirva de pretexto para suspender las elecciones del 6 de diciembre.

Creo que el problema de la frontera es un tema delicado que merece nuestra atención y análisis, pero jamás debemos separarlo de los graves problemas del país, éste es una consecuencia de las malas políticas del régimen. La crisis que vive el país es muy profunda y tiende a agravarse; el responsable directo es este modelo político, cuya principal virtud ha sido la destrucción del país con las mejores perspectivas de progreso de Latinoamérica. Los verdaderos problemas de los venezolanos son la escasez de alimentos, medicinas, insumos, repuestos; una inflación incontrolada que nos hace cada día más pobres y miserables; una delincuencia desatada con más armas, capacidad y logística que los cuerpos de seguridad del Estado; servicios públicos colapsados; empleos mal pagados que no impactan la productividad del país; la pérdida de la institucionalidad democrática y la violación reiterada de los derechos humanos fundamentales; en otras palabras, nuestra crisis se deriva de una revolución fracasada e indolente que perdió la brújula del país e hipotecó nuestro presente y porvenir.

No cambiemos el rumbo, ni dejemos que el régimen quiera imponernos su agenda particular. Esta revolución es la única culpable de nuestras desgracias y eso podemos resolver si entendemos que con esta gente no hay salida, porque no tienen nada que ofrecernos. La solución de nuestros problemas se inicia el 6-D, cuando elijamos una nueva Asamblea Nacional con mayoría para empezar a enderezar tantos entuertos revolucionarios. Estemos vigilantes y exijamos el derecho de votar el 6-D; no le prestemos más atención a los trapos rojos del régimen, porque el culpable de la crisis de Venezuela no es la frontera, es esta revolución incapaz, corrupta y mentirosa.

            Profesor Titular de LUZ

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